martes, 1 de septiembre de 2009

Entre esos días.

Quise escribir letras millonarias, decir palabras adecuadas al contexto. La iluminación desciende y el agotamiento fortalece este “silencio contemplativo”. Divido mis días en colores y agujeros que nacen de las hojas plantadas en aquel viejo jardín. Sueño con recuerdos abstractos, casi realistas a mi parecer. La sombra repite sentimientos ajenos y guardados, que están olvidados en alguna fotografía antigua pero que a su vez se transforma en algo dulce y cálido.

Quise aguantar la ironía de los minutos y la ausencia de los segundos. Y he aquí, donde los colores no cambian y la música está al mismo tono, donde los personajes tapan su oídos para no desencadenar los gritos desesperados. Las palabras se oyen sucias y quebrantadas. Se enredan con el viento y la brisa del día nublado. Es una mala combinación.

Guardo imágenes en mi mente, esas que no se olvidan, aún cuando padezco memoria a corto plazo. Mezclo situaciones y melodías escuchadas con aquellas nuevas y que están al ritmo. Muevo piedras y hojas secas, para ver si aparece alguna mariposa de colores rosas y amarillas y sentir en cada movimiento de su vuelo, ese aroma que me hace inmune.

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