-Canción del pinar-
Quiero dejar todas las palomas
en el cetro de tu alma
y todo el beso en tus pies
que dejes de mirarme burlón,
se que te estoy dando poco,
y mucho te pediré.
Se la nobe sola en mi pradera,
seré tu querido verde,
y seras sombra en mi mitad,
y si ves que mi verde se quema,
llueve tu llorosa pena,
y el verde nuevo se hará.
Y que no te vayas un Febrero,
detrás de aquella bandada,
azabache hacia, el pinar,
Quiero ser también dueña del cielo,
y un pinar, pero es preciso,
y que me enseñen a volar.
Hazte sol cercano en la distancia,
hazte en el recuerdo un leño,
y quemate en mi interior,
no quiero tener más noches frias,
ni poder tan solo en sueños,
despertame junto a vos.
Que tengamos alrededor nuestro,
quien berre nuestros nombres,
y mucha sombra por dar,
cuando llegemos a la tierra,
unete conmigo en savia,
así haremos sombra igual
Jorge Fandermole
miércoles, 16 de septiembre de 2009
martes, 1 de septiembre de 2009
Entre esos días.
Quise escribir letras millonarias, decir palabras adecuadas al contexto. La iluminación desciende y el agotamiento fortalece este “silencio contemplativo”. Divido mis días en colores y agujeros que nacen de las hojas plantadas en aquel viejo jardín. Sueño con recuerdos abstractos, casi realistas a mi parecer. La sombra repite sentimientos ajenos y guardados, que están olvidados en alguna fotografía antigua pero que a su vez se transforma en algo dulce y cálido.
Quise aguantar la ironía de los minutos y la ausencia de los segundos. Y he aquí, donde los colores no cambian y la música está al mismo tono, donde los personajes tapan su oídos para no desencadenar los gritos desesperados. Las palabras se oyen sucias y quebrantadas. Se enredan con el viento y la brisa del día nublado. Es una mala combinación.
Guardo imágenes en mi mente, esas que no se olvidan, aún cuando padezco memoria a corto plazo. Mezclo situaciones y melodías escuchadas con aquellas nuevas y que están al ritmo. Muevo piedras y hojas secas, para ver si aparece alguna mariposa de colores rosas y amarillas y sentir en cada movimiento de su vuelo, ese aroma que me hace inmune.
Quise aguantar la ironía de los minutos y la ausencia de los segundos. Y he aquí, donde los colores no cambian y la música está al mismo tono, donde los personajes tapan su oídos para no desencadenar los gritos desesperados. Las palabras se oyen sucias y quebrantadas. Se enredan con el viento y la brisa del día nublado. Es una mala combinación.
Guardo imágenes en mi mente, esas que no se olvidan, aún cuando padezco memoria a corto plazo. Mezclo situaciones y melodías escuchadas con aquellas nuevas y que están al ritmo. Muevo piedras y hojas secas, para ver si aparece alguna mariposa de colores rosas y amarillas y sentir en cada movimiento de su vuelo, ese aroma que me hace inmune.
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